Con la cera coagulada tras un par de días de reposo, sigue la experimentación. No va a ser necesario partir de cero, la cera sobrante sigue ahí.
Una de las ideas iniciales que traía en mente, fue hacerla de color azul. ¿Por qué?
- Porque uno de mis apodos fue y sigue siendo «Pitufo».
- Porque quiero que se diferencie del resto.
- Porque cuando de pequeño me regalaron un microscopio, me sorprendió tremendamente cuánto teñía el azul de metileno.
- Porque el azul de metileno lo puedo utilizar como conservante para evitar que se contamine.
- Porque evitará que alguien la pudiera confundir con leche cuando está en la cocina o reposando en un tazón.
- Porque el color ayuda en su aplicación al hacerla más visible en la cadena.
Agitar suavemente el tazón donde están los restos de la primera emulsión haciéndola girar, ha sido suficiente para volver esa capa de aparente pintura seca al estado líquido, pues el agua estaba separada e invisible justo debajo.
Como la cantidad es escasa y la concentración elevada debido a la evaporación del agua, agrego agua destilada para reponerla y más emulgente (jabón artesanal) para verificar si el problema de la coagulación está relacionado con la poca cantidad que le puse inicialmente.
A falta del azul de metileno, tengo la intriga de cómo quedará el aspecto cuando disponga de él. Una gota de colorante alimentario azul hará los honores. Su nombre químico es un poco complejo:
a-(4-(N-etil-3-sulfonatobencilamino)-fenil)-a-(4-Netil-3-sulfonatobencilamino)-ciclohexa-2,5-dienilideno)-tolueno-2-sulfonato disódico
Lo llamaremos mejor por su alias: E-133.
Como la cera no es soluble en agua, pese a calentarlo todo para mantenerla en estado líquido, le aporto de nuevo amoníaco (NH3) para tratar de mejorar el resultado anterior. Eso obliga a mantener la campana extractora en marcha durante el proceso.
La poca cantidad inicial emulsiona como una mousse llenando el tazón en poco tiempo. El amoníaco, que a temperatura ambiente es gas por mucho que lo compremos disuelto en agua, sale con dificultad a causa de la espuma.
El volumen se ha mutiplicado por diez aproximadamente. Que baje la espuma requiere de diez a doce horas en las que conviene mover el recipiente de vez en cuando, pues la espuma al perder el agua va quedando rígida y se aprecia ruido al moverla y romperse las burbujas.
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